Corrida de toros en Huasahuasi



Por: GAGC


Ficha técnica:

La Laguna / Manolo Muñoz y Fernando Villavicencio
Cuatro toros del hierro La Laguna con inclinación al descastamiento, desiguales en presentación y de irregular bravura. El mejor de la tarde fue el tercero.

Manolo Muñoz (maría purísima con cabos negros): vuelta al ruedo, oreja
Fernando Villavicencio (catafalco y azabache): silencio, silencio

Plaza Andrés Amarillo de Huasahuasi. 24 de junio de 2018. Media entrada.
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En honor a San Juan Bautista, santo patrón del distrito de Huasahuasi (Tarma), se corrieron toros de La Laguna, de desigual presentación e irregular bravura. Narramos lo visto en plaza.

La tarde de toros inició a las 4:40 pm. Sin carteles de anuncio, sin alguacilillo, sin picadores. Tarde nublada. Los tendidos ocupados a la mitad de su capacidad. Se presentaron los diestros Manolo Muñoz (Venezuela) y Fernando Villavicencio (Perú) en un mano a mano donde el mejor lote le tocó al espada venezolano, para quien no hubo bandera que anunciase su presencia en plaza. Amenizó la tarde la banda orquesta San José de Baños de Huaral.

El  abre plaza, negro listón, aceptablemente presentado, de salida alegre que fue amenguando conforme avanzó la lidia. Correspondió al venezolano Manolo Muñoz, quien luego de mal ejecutadas zapopinas, se encargó de aplicar los tres pares de  garapullos al son de Nerva. El primer par, deslucido. El segundo, aceptable. En el último par, el carabobeño cita de hinojos y aplica a violín, correctamente. Brinda al respetable y tira la montera al aire que cae de revés. Inicia con derechazos. Tras un regular inicio respecto a su embestida, el toro comenzó a calamochear y cogió al matador, sin consecuencias. Sin avisorarse un triunfo contudente, la autoridad ordena pasodoble. El diestro prueba con la zotaca con ayudados. En la suerte suprema, una entera un tanto inclinada y delantera. La res demora un poco en doblar. Vuelta al ruedo con aplausos del público que premió el empeño del espada.

El segundo corrido es un castaño oscuro listón, bragado, con trapío en la salida, anovillado. El toro se muestra desclasado, soso, débil de los remos delanteros. Se rajó rápidamente. No sigue el engaño de modo regular y se distrae con facilidad. Nada resaltante en los dos pares de banderillas, aplicadas por los subalternos. Con la franela, Fernando Villavicencio prueba con la derecha. Pero el toro sale suelto. A pedido del público, el juez manda un pasodoble que no se condecía con lo acontecido en el albero. Trata con la zotaca con ayudados, el burel responde con la cabeza alta, deslucido. Con la espada de muerte, delantera e inclinada. Los subalternos, indebidamente, rematan al toro desde burladero, hundiendo la espada en el lomo del toro en las narices del juez que no se da por enterado. El bicho, finalmente, dobla y el puntillero hizo bien su trabajo.

El tercero de la tarde, castaño listón, bizco de cornamenta, para el venezolano Muñoz. Toro bien presentado, trotón y con trapío en la salida. El coleta lo recibe de revolera. El burel humilla, sigue el engaño con codicia. El torero no logra mantener la distancia en el lanceo por verónicas por la rapidez con la que su rival retorna y logra una serie que no sella con la media final de ley por la dificultad señalada. Trata una nueva serie de verónicas recibiendo de nuevo de revolera y su oponente lo desarmó. El espada carabobeño se muestra voluntarioso, pero inseguro de manos. Aplicó los palitroques con los colores de su país. En su primer par, banderilló al aire. En el segundo, se reivindica. Opta por el populismo del huayno para ganarse a la parroquia que se pone a tono con él. En la ejecución del tercer par, Muñoz se arrebata, rompe los palos, dejándolos en el corte de las banderillas cortas más propias del rejoneo. Inédito detalle que culminó en valerosa aplicación frente a las astas del bicho y que pareció más cercano a la temeridad que al valor. Empero, el público se mostró efusivo con las palmas ante la demostración de coraje. Para el tercio final, el lidiador vuelve a brindar al respetable, tiró la montera al aire que cae correctamente. En la parte final, el toro pierde las manos constantemente, acusando agotamiento. El coleta se apresta para suerte suprema. Un poco inclinada y delantera, casi hasta la bola. El toro queda instantáneamente amorcillado y dobla rápidamente. Un subalterno le hace la indicación al juez para que este conceda oreja y la autoridad consiente. El público no se manifestó al respecto. Entendemos que la correcta ejecución y fulminante efecto en el burel determinaron la concesión de dicho apéndice que al final fue el único de la tarde ante la mejor res de la misma.

El último de la tarde, fue un castaño claro, ojo de perdiz, calcetero, ligeramente bizco del pitón derecho, el de mayor presencia y peso de la tarde. Pecha Villavicencio. El toro inicia humillando un poco en las verónicas. Al son del Gato Montes, el diestro nacional expone sus argumentos con los rehiletes. En la primera ejecución, solo un garapullo queda fijo en el lomo, ante un toro que se lo piensa antes de embestir y repetir. En el segundo par, a violín. Para el inicio del último tercio, la autoridad manda el pasodoble de manera prematura. El peruano se esfuerza por hacer embestir a su rival que se hace el desentendido. Sin embestida fija, no cuaja la faena. Ante el rápido y prematuro avance del crepúsculo, y la falta de acometividad del bicho, el espada limeño abrevia. Tres cuartos de espada en la cruz del toro. Vuelven a profundizar el espadazo desde burladero. El juez no dice nada. Apenas pasada las 6 de la tarde, las sombras se asientan en la plaza de toros de la capital semillera de papa. Se encienden los reflectores y se inician los descabellos ante un rival que demoró en doblar. Primer aviso. Más de ocho aplicaciones con la de cruz. Al final dobla y el puntillero remata.


Salida de cuadrillas en plaza Andrés Amarillo



El respetable huasahuasino


Los protagonistas


Villavicencio y el corrido en segundo lugar

Inicio de faena con la franela

Muñoz aplicando banderillas con sus colores patrios

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